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Enfermedades del invierno: ¿se puede realmente “coger frío”?

“Así que no salgas vestida así: vas a coger frío”. ¿Quién no ha oído e incluso repetido esta frase? Pero ¿es el frío verdaderamente el responsable de las enfermedades invernales?

Mujer resfriada que ha cogido frío

El “resfriado”: acabemos con las creencias populares

Todos hemos podido experimentarlo: quedarse fuera en el frío del invierno puede convertirse rápidamente en desagradable... El cuerpo se pone a temblar (los músculos se contraen automáticamente para generar calor), la nariz a moquear (nosotros fabricamos más mucosidad para proteger la mucosa nasal del aire frío)...

Pero a pesar de estas reacciones naturales del cuerpo frente al descenso de la temperatura, ¡no se coge directamente una enfermedad de invierno por una única exposición al frío! En efecto, para desarrollar una enfermedad invernal, hay que a ver cogido... un virus (u otro agente patógeno).

Así que, como tal, el famoso “resfriado” no existe. Dicho esto, es verdad que se cogen enfermedades más a menudo en invierno que en verano (1). ¿Por qué razones, exactamente?

¿Por qué enfermamos más a menudo en invierno?

Los médicos y epidemiólogos han identificado varios puntos clave que favorecen el desarrollo de las enfermedades invernales:

El confinamiento

En invierno, como hace frío, salimos menos, nos quedamos de buen grado encerrados en espacios poco o nada ventilados. Por consiguiente, el menor virus se transmite con mucha más eficacia en un grupo de personas.

Además, hablar de confinamiento implica hablar de menos sol. Ahora bien, en invierno la falta global de exposición al sol y en particular a los rayos UVB (como lo explicamos en este artículo sobre la vitamina D) ya induce una disminución de la concentración de vitamina D, que contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario. Hablar de menos luz del sol y de menos vitamina D implica un sistema inmunitario menos eficaz (2).

Aire más seco

En verano, el aire caliente y húmedo crea condensación que sobrecarga a los virus y los hace caer al suelo. En invierno, en el aire seco, los virus son mucho más ligeros y volátiles, y por tanto más capaces de llegar a sus mucosas y de penetrar en su organismo.

No obstante, el frío juega un papel

Aunque este no nos enferma por sí solo, el frío invernal tiene no obstante un efecto negativo en nuestro organismo:

  • Al favorecer la vasoconstricción, el frío ralentiza ligeramente nuestra respuesta inmunitaria.
  • Pero, sobre todo, para calentar el aire que penetra en nuestros pulmones, nuestra nariz produce mucha mucosidad, que fluye (la famosa gota en la nariz invernal), lo que seca las vías respiratorias. Por consiguiente, nuestras mucosas, menos protegidas, serían un poco más permeables a los ataques.

Sobre todo, el frío permite a los virus seguir siendo infecciosos durante decenas de horas. Cuanto más baja la temperatura, más se intensifica su protección: el frío les hace más resistentes.

Los trucos de salud que hay que aplicar en invierno

Algunas medidas muy sencillas le pueden ayudar a evitar coger un virus invernal y enfermar:

  • Tomar medidas para establecer una barrera desde hace un tiempo muy conocidas, a saber: ventilar regularmente los interiores, toser en su codo, lavarse las manos regularmente, eventualmente llevar una mascarilla en interiores, etc.
  • Cubrirse bien (y en particular los pies, las manos y la cabeza) para limitar la vasoconstricción que, no obstante, como se ha visto, perturba ligeramente nuestra respuesta inmunitaria. Por otra parte, permanecer demasiado tiempo sin protección en un frío glacial, evidentemente le puede hacer entrar en situación de hipotermia (una disminución de la temperatura corporal por debajo de los 35° C que puede ser mortal, pero que no pertenece a la categoría de las enfermedades invernales).
  • Y evitar fumar para no fragilizar las vías respiratorias, secar las mucosas y perjudicar al sistema inmunitario.

Sin pretender escapar totalmente a los virus, también se puede intentar aumentar la vitalidad y reforzar el sistema inmunitario, para librarse del cansancio invernal y ser más resistente a las agresiones exteriores.

Con este fin, uno de los elementos más importantes es y será siempre la alimentación. En efecto, en invierno hay una fuerte tendencia a optar por alimentos reconfortantes, es decir ricos en grasas y en azúcares, y de dejar a un lado las ensaladas. Ahora bien, el exceso de alimentos grasos y azucarados puede perjudicar el funcionamiento de su organismo, mientras que las ensaladas le aportan las vitaminas, especialmente la vitamina C, necesaria para permitirle defenderse.

Algunas sustancias buenas para la inmunidad

El zinc

El zinc es un oligoelemento esencial para el funcionamiento de nuestro organismo, que interviene en numerosos procesos, especialmente en los músculos, los huesos, la piel y el hígado. Y, sobre todo, el zinc contribuye al funcionamiento normal de la inmunidad, aumentando la actividad de los linfocitos B y T (4).

Aunque el zinc es normalmente aportado al organismo por la alimentación (ostras, hígado de ternera o de buey, buey braseado, cordero, cangrejo, etc.), algunas personas pueden tener deficiencia. Ya sea debido a una mala absorción del zinc (en caso de problemas digestivos), o bien a una alimentación pobre en proteínas animales específicas.

Por tanto, puede ser de interés tomar un complemento alimenticio de zinc en invierno (como los comprimidos para chupar de Advanced Zinc Lozenges).

La equinácea

Planta perenne de la familia de los aster, los cardos, los dientes de león, de la centáurea y de las margaritas, por ejemplo, la equinácea es una planta medicinal originaria de Norteamérica, y usada durante milenios por los amerindios.

Al contener alquilamidas y polisacáridos, la raíz de la equinácea posiblemente actúa aumentando la fagocitosis. Así pues, esta planta medicinal es conocida por estimular el funcionamiento del sistema de defensa del organismo, pero también por ayudar al alivio de la garganta y de la faringe (3).

Idealmente, puede ser de interés usar la equinácea en sinergia con otras vitaminas y minerales destinados a estimular la inmunidad, como la vitamina C y el zinc (todos estos compuestos están combinados en la fórmula Immunity Booster, por ejemplo).

El ginseng

Planta milenaria usada en la medicina ayurvédica, el ginseng es una planta perenne asiática de la que se utiliza la raíz para una gran variedad de funciones: en fitoterapia, se dice que el ginseng es una planta adaptógena.

En efecto, unos estudios recientes han podido demostrar que su principio activo más importante, los ginsenósidos, de la familia de las saponinas, contribuye a estimular el sistema inmunitario y a mantener la vitalidad (5).

El ginseng (en particular en un complemento estandarizado a un 30% de ginsenósidos como el Ginseng 30%) es por tanto un excelente complemento para el invierno.

El reishi

Usado desde hace milenios en las medicinas tradicionales china y japonesa, el reishi es un hongo muy apreciado, en particular desde que se ha conseguido desarrollar su cultivo.

Las investigaciones recientes han podido demostrar que el alto contenido de beta-glucanos del reishi —unos polisacáridos específicos—, así como muchos otros hongos asiáticos, posiblemente activan ciertos genes relacionados con la inmunidad (6-7).

Para aprovechar los beneficios del reishi relacionados con otros hongos, usted puede también optar por una fórmula sinérgica que combina varios extractos de hongos ecológicos: reishi, shiitake, chaga, cordyceps, etc. (por ejemplo, con la fórmula Organic MycoComplex).

Referencias

  1. https://www.santepubliquefrance.fr/determinants-de-sante/virus-hivernaux
  2. Vitamine D : métabolisme, régulation et maladies associées, Emilie Tissandié, Yann Guéguen, Jean-Marc A. Lobaccaro, Jocelyne Aigueperse, Maâmar Souidi, MEDECINE/SCIENCES 2006 ; 22 : 1095-100
  3. BANY, J., SIWICKI, A. K., ZDANOWSKA, D., et al.Echinacea purpurea stimulates cellular immunity and anti-bacterial defence independently of the strain of mice. Polish journal of veterinary sciences, 2003, vol. 6, no 3 Suppl, p. 3-5.
  4. BONAVENTURA, Paola, BENEDETTI, Giulia, ALBARÈDE, Francis, et al.Zinc and its role in immunity and inflammation. Autoimmunity reviews, 2015, vol. 14, no 4, p. 277-285.
  5. KANG, Soowon et MIN, Hyeyoung. Ginseng, the'immunity boost': the effects of Panax ginseng on immune system. Journal of ginseng research, 2012, vol. 36, no 4, p. 354.
  6. KUO, Mei-Chun, WENG, Ching-Yi, HA, Choi-Lan, et al.Ganoderma lucidum mycelia enhance innate immunity by activating NF-κB. Journal of ethnopharmacology, 2006, vol. 103, no 2, p. 217-222.
  7. https://cordis.europa.eu/article/id/150431-dietary-fibres-to-boost-the-immune-system/fr

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